Una vez lograda, a través de la masturbación, la capacidad de un hombre para eyacular con su pareja, la masturbación en privado ha de quedar vedada de forma tal que la eyaculación pase a constituir una parte de la relación con su compañera.
De esta manera el hombre, inconscientemente e intensamente necesitado de otra persona que ha actuado como si no necesitara a nadie tiene que admitir que precisa de alguien con quien compartir sus sentimientos. Ha logrado un objeto para su amor fuera de sí mismo; abandonará la auto satisfacción en favor de la satisfacción mutua.
A su tiempo será capaz, si lo desea, de abandonar sus interese y actividades solitarias y de sentirse más realizado cuando con los demás.
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