"Prácticamente cualquier persona es capaz de llegar a obtener un control muscular simple y relajante".
Aunque usted precisa de una determinada tensión muscular para mantener una postura y conservar una expresión facial comunicativa, la tensión muscular innecesaria e inconsciente puede fatigar en exceso a su cuerpo. A menudo no nos damos cuenta de que contraemos innecesariamente nuestros músculos. Algunos personas se sienten inclinando los hombros; otras colocan los brazos a los costados o los cruzan tensamente, alzando el estómago; a veces entrelazan las piernas, cierran las manos con tal fuerza que blanquean sus nudillos, aprietan los dientes, golpean el suelo con un pie o fruncen una ceja.
En todo movimiento se halla implicada una forma de relajación. Cuando se contrae un grupo de músculos para accionar una articulación, el grupo opuesto se relaja con objeto de que sea posible semejante movimiento. Usted recordará las veces en que se sienta demasiado cansado para salir de casa, pero en cansancio, tras un paso rápido, un partido de tenis o una noche de baile, desapareció.
Cuando los músculos se contraen emplean como combustible determinados alimentos con objeto de producir energía. Tales alimentos llegan por el torrente sanguíneo. Cuando los músculos se relajan se produce una emisión térmica y los productos de desecho originados por la fatiga son eliminados por el torrente sanguíneo. Si los músculos permanecen contraídos durante largos períodos se acumulan los productos de la fatiga y los músculos padecen a veces espasmos, tales como calambres, que determinan sensaciones de dolor en la columna vertebral, los hombros y el cuello..
Evite permanecer en la posición largo tiempo. Alce los hombros y bájelos, hágalos girar, relaje sus manos, extendiendo los dedos y agitándolos o desplace su cabeza en un pequeño círculo. Así evitará que la fatiga eventual determine una experiencia dolorosa.
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